La modalidad delictiva muta permanente. Las personas que se dedican a cometer ilícitos estudian, como si se trataran de expertos analistas de mercados internacionales, dónde, cómo y por qué golpear. Y eso ocurrió con el cobre. Diferentes organizaciones que se estaban dedicando al robo de los transformadores de EDET para quedarse con el metal que hay en su interior. Lo mismo ocurre con los cables del alumbrado público. En menos de dos semanas, la Policía secuestró casi dos toneladas de ese material. El valor en el mercado de esa mercadería supera los $ 20 millones.

En enero, el valor del kilo de cobre, en el mercado internacional era de $ 684 y en julio llegó a $ 955, luego de tener un pico de $ 974 en mayo. Y justamente, para esa época comenzaron los ataques a los transformadores de la empresa distribuidora de energía eléctrica fundamentalmente. La ola de ataques movilizó a los ejecutivos de la firma. Se reunieron con los funcionarios del Ministerio de Seguridad para pedirle que pusieran fin a este tipo de robos.

La investigación quedó en manos del personal de la ex Brigada. Se formó un equipo especial que incluyó a todos los grupos de investigadores del interior de la provincia y de la capital. Al poco tiempo pudieron elaborar un bosquejo de cómo se producían los hechos. Grupos de personas que tenían conocimiento en la materia elegían las zonas menos pobladas, tiraban los transformadores, los desarmaban y vendían el cobre a no más de $ 500 en corralones o chatarrerías.

“Uno no sabía bien qué era lo que hacían. Veías pasar una camionetita con muchachos y pensaba que eran operarios de EDET. No decías nada, pero después te levantabas y te dabas cuenta de que no tenías luz. Luego te decían que habían robado un transformador”, explicó Ernesto Jiménez, vecino de Leales, en el este de la provincia, la zona más castigada; pero también se detectaron hechos en Tafí Viejo, Río Colorado y Monteros, entre otros puntos.

El jefe de la ex Brigada, Jorge Dib, explicó que la investigación que realizaron sus hombres buscó dar con todas los eslabones. “Logramos identificar a las personas que realizaban el robo y a los compradores. Hemos logrado hasta que se cierren los locales y se persiga penalmente a sus propietarios. Es una lucha sin cuartel porque atacan en zonas donde no hay prácticamente población. Por eso es fundamental que los vecinos, ante una situación extraña, llamen al 911 para denunciar lo que está ocurriendo”, comentó.

En los allanamientos que realizaron los investigadores secuestraron todos los elementos para probar cómo se producían los robos, dónde los reducían y dónde los comercializaban. “Son engranajes bien aceitados que ya quedaron al descubierto y que nos permiten dar con ellos. La investigación sigue por lo que en los próximos días se realizarán nuevos procedimientos”, añadió Dib.

Otros botines

Pero no solo del cobre viven estas organizaciones. También lo hacen por el aluminio y por el bronce, otros materiales cuyos valores se fueron por las nubes en los últimos meses.

En las últimas semanas, la Policía incautó más de 700 kilos de aluminio en diferentes procedimientos. Lo secuestrado tiene un valor de más de $1 millón en el mercado. “Lo más grave es que nos dejan sin luz y la zona se transforma en una boca de lobo”, dijo Luis Juárez, vecino de la zona del Parque 9 de Julio. Justamente, los delincuentes obtienen el aluminio sustrayendo determinados cables del alumbrado público. “Estamos hablando de personas que algún tipo de conocimiento tienen. Cortan los cables, los cargan en un carro y se los llevan para venderlo en algún lado. Si ese delito existe es porque hay alguien que lo compra”, agregó, molesto, el hombre.

“Desde que estoy a cargo de la repartición hemos tenido robos todos los fines de semana. Pero ahora también se producen dos o tres los días de semana. Estamos preocupados y esperando que las autoridades actúen”, explicó el director de Alumbrado Público, Enzo Mazzuco. El arquitecto dijo que las zonas más atacadas son los parques Guillermina y 9 de Julio, las avenidas Ejército del Norte, Viamonte, Estado de Israel, Juan B. Justo, Belgrano y Américas, entre otras. “Entendemos que hay dos tipos de autores: los adictos que buscan cualquier cosa para comprar droga, y organizaciones que saben perfectamente lo que están haciendo”, agregó.

Además, en las últimas semanas, vecinos de distintos puntos de la ciudad denunciaron que desconocidos rompen los medidores de gas de sus viviendas para apoderarse de pequeños trozos de bronce. “Es una vergüenza lo que está haciendo esta gente. Hemos sorprendido a varios adictos realizando este daño. Evidentemente alguien les pide que lo hagan a cambio de dinero”, analizó Fernando Martínez.

El gasista Juan Romano explicó que cada vez hay más personas que lo llaman para hacer ese trabajo, pero en muchos casos no puede hacerlo porque se trata de un problema que debe solucionar el personal de Gasnor. “La gente muchas veces tiene ganas de llorar por lo que le hicieron, ya que por una pieza que puede salir $ 100, tiene que comprar todo un equipo que sale más de $ 3.000”, comentó.

El comisario Dib es optimista. “Hemos detectado cómo operan estos grupos. El fiscal Diego López Ávila nos está colaborando para que sigamos golpeando al mercado ilegal. Esperamos realizar nuevas medidas para romper definitivamente la cadena”, concluyó.

Moneda corriente: encontraron 22 plantines de marihuana

El hallazgo de plantas de marihuana ya es moneda corriente en los operativos que realiza la Policía. Mientras trataban de dar con el cobre y con el aluminio, en uno de los corralones allanados ubicaron 22 plantines de marihuana. Informaron del caso a la Justicia Federal que solicitó que se identificara a los propietarios del lugar.

Números

58 transformadores de EDET se robaron en lo que va del año. Durante todo el 2020 se sustrajeron 8.

7.500 metros de cable del alumbrado público se sustrajeron en 60 días.

1.700 kilos de cobre fueron decomisados por la Policía en menos de 15 días. En el mercado nacional, esa cantidad tiene un valor de más de $20 millones.

Método poco artesanal

Los delincuentes eligen los transformadores de zonas rurales para poder robarlos. Los hechos normalmente de producen durante la noche.

Con un palo o una caña tacuara de varios metros, que tiene en la punta un gancho forrado con gomas, sacan de conexión a los transformadores.

Atan los aparatos con piolas y, usando un vehículo, los tiran hasta que logran derrumbarlos. Desagotan el líquido que tienen en su interior.

Esperan que los transformadores se enfríen y los desarman para sacarles el cobre que tienen en su interior. Por último los trasladan.